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Claudia Sheinbaum, primera mujer presidenta de México

México ya tiene su presidenta. Ahora sí, por primera vez en 200 años de independencia. Claudia Sheinbaum Pardo (Ciudad de México, 61 años) es la primera mujer que gana unas elecciones presidenciales y lo ha hecho en una jornada histórica que ha arrojado una aplastante victoria para el partido del gobierno. Con una participación cercana al 61%, la sucesora del presidente ha logrado, con más del 80% escrutado, el 58,8% de los votos.

El porcentaje obtenido supera el 53% que alcanzó Andrés Manuel López Obrador en 2018, todo un logro para una candidata con menos carisma político, pero que se beneficia del arrastre del popular líder y ha ido ganando apoyos propios. Mucho se cuestionó en este tiempo si un país machista como México estaba preparado para tener una presidenta. Las urnas han dado un rotundo sí.

Expllicar lo que sucedió ayer es difícil. Sabíamos que iba a ser una votación histórica —al final, pasara lo que pasara, una mujer iba a sentarse en la silla presidencial— y que probablemente la candidata oficialista iba ganar. Pero no así.

Aparentaba que la gente salió a votar, las largas filas podrían ser interpretadas como un símbolo del hartazgo y de algo que ni las encuestas podrían prever. Sin embargo, fue la misma participación de siempre, más o menos, aunada con un descontrol por el clima, primero el político y luego el meteorológico, y muy probablemente por los recortes al presupuesto del INE.

La jugada le salió perfecta al presidente. Su candidata ganó 2 a 1, ganó las cámaras y las gubernaturas· López Obrador es un genio de la política, un maestro de la manipulación, la polarización, la distracción y la propaganda. Vino a derrocar un régimen y aunque muchos diferíamos con sus ideales, creo que tuvo al menos el beneficio de la duda.

Sin embargo, su visión fue muy clara desde los primeros meses: no quería derrocar un régimen; quería construir uno propio. Por qué los otros pudieron hacer lo que se les dio la gana con el poder y él no? Y vaya que lo hizo, y seguramente lo seguirá haciendo.
Tuvo la oportunidad de reconociliar y sanar, de lograr acuerdos y consensos que beneficie a México; de aprovechar la ola del nearshoring, de las energías renovables, de cambiar la trayectoria de un país que ha sufrido demasiado a pesar de lo mucho que tiene.

Los medios internacionales señalan dos virtudes del triunfo de Claudia Sheinbaum; el feminismo y su formación académica en torno a las energías renovables. La parte que difícilmente cuentan es que su partido no solo apostó por refinerías, sino que destruyó un ecosistema completo para construir un tren. Y peor aún; ella es simplemente el medio para un fin del presidente—es su forma legal de reelegirse, de continuar este añorado régimen.
Difícilmente se puede encontrar algo más machista que poner a una mujer para representar los deseos de un hombre.

Los siguientes seis años serán complicados. Muy complicados.