DOM. 23 AGO. 2015

El Mundo Es De Los Testers

Tenía 12 o 13 años cuando mi papá, el tecnólogo que me convirtió en tecnólogo, me llevó a ver una presentación de lo que era el Internet en una compañía llamada Infosel. Para ser 1998 y Chihuahua, muy lejana a las metrópolis de México, esto era total y absolutamente nuevo. Recuerdo pocas cosas, entre ellas recibir noticias en tiempo real y la mención de juegos en el ya extinto Yahooligans. La experiencia fue muy lejana a lo que esperaba en ese entonces: juegos completos, en línea y gráficos espectaculares.
Al final de la presentación mi papá me preguntó qué opinaba, si contratábamos Internet o no. Mi respuesta fue negativa, y como buen padre dándole el ejemplo a sus retoños, al siguiente mes ya teníamos Internet a través de un módem.

Sería bastante complicado para un cerebro humano examinar y maravillarse de la hermosa complejidad de la cual nuestra vida está repleta—quienes lo descubrimos, no podemos mantener esta visión por mucho tiempo, y quienes no, simple y sencillamente toman los elementos como lo que son: medios para llegar a fines.
Y creo que esto es muy triste.

Alguna vez se han detenido a pensar, frente a su comida, cómo es que este filete llegó a ser lo que es? No me refiero a que alguien tuvo que criar a un animal de cierta forma, para luego matarlo, cortarlo y luego ser distribuido para poderlo adquirir y cocinarlo —aunque ciertamente todo este proceso es un milagro moderno—; sino sólo a la última parte: cocinarlo. Alguien tuvo que cazar un animal, cercenar un pedazo y ponerlo en el fuego durante un tiempo definido para que fuera comestible.

En un mundo sin instrucciones, esto es absolutamente asombroso.

Y podemos encontrar ejemplos por todos lados: combinaciones de tipos de arena con agua para construir nuestras ciudades; mezclas de químicos para lograr una amplia gama de aplicaciones en prácticamente cada aspecto de la vida; la generación y uso de la energía para ayudarle a un par de ojos que no funcionan tan bien en la oscuridad; la capacidad de grabar información en unos y ceros. Y la lista es infinita.

Lo que hay que destacar es que alguien lo tuvo que hacer. Y usualmente ese alguien no tenía acceso pleno a información o a todos los recursos, pero por ingenio, necesidad o hasta pura suerte, estos innovadores pudieron desarrollar nuevas formas de solucionar los problemas. El mundo es de quien prueba nuevas cosas. El mundo es de los testers.

Pero este también es un tributo para los testers que no ejecutan; para los early adopters de los testers—para los testers de los testers. Todas estas tecnologías que podemos enlistar comenzaron con defectos, empezaron solucionando de una forma menos eficiente el problema original: para qué esforzarse tanto por iniciar un fuego para cocinar carne? Mejor comer otras cosas, o consumirla cruda. No es más trabajo generar electricidad y transportarla que iniciar una fogata? Y ciertamente una computadora que tarda minutos en realizar una sencilla operación matemática no se le ve mucho futuro.

Aún así, los testers de los testers saben que estas tecnologías van a mejorar; que estos son pasos de bebé, y que para cuando estas soluciones empiecen a gatear seguramente ya van a ser mejores que el método manual. Sin estos testers, el trabajo de los testers originales se quedaría en el limbo, con un potencial sin explorar.
La vida nos recuerda muy a su manera que la popular frase «echando a perder se aprende» es la constante aquí.

Cuando vi Internet por primera vez, lo que pude observar fue texto, información plana y sencilla, no mucho mejor de lo que ya teníamos en otros medios. Yo quería juegos en línea con gráficos espectaculares en 3D. Como no lo vi, deseché su potencial.
Mi papá, con su cerebro de tester, pudo ver lo que yo esperaba ver, 20 años al futuro.

Gracias, testers.

El Mundo Es De Los Testers fue escrito por fael el día domingo 23 de agosto de 2015 a las 8:32 p. m.

Este post fue etiquetado: reflexión artículos cool inspiración